A pesar de todo, la vida es bella.
Goethe
Últimamente tengo en mi cabeza la sensación de un final de temporada, sí, como los de las series de TV, y no es que me crea yo la gran vaina, un actor de primera disfrazado de algún moderno protagonista, no, simplemente siento que a mi alrededor muchas cosas llegan a su final, a una etapa de “volver a comenzar”, y dentro de mí se manifiesta constantemente un sentimiento de “nostalgia anticipada”, pues hay cosas que no se han terminado aún y ya las percibo en mi alma con cierta añoranza.
Ahora bien, ¿no ha sido acaso la vida siempre así? es decir, se vive, pero a la vez se añoran muchas cosas en el presente, que es siempre: la infancia, los abuelos, los amigos, los sabores de la infancia, el olor de los abuelos, las voces de los amigos y tantas cosas que fueron hermosas sin que lo supiéramos en el momento, inconscientes en aquellos instantes de la gran belleza ante nosotros.
La verdad es que no lo sé, sinceramente no lo sé. No sé si la vida siempre ha sido así, es difícil dar una respuesta del todo certera al respecto, pero intuyo algo, adivino una oscura trampa en el presente, un detalle que probablemente es el detalle que inspira el sentimiento de final de temporada: la desesperanza.
No me quejo, no me gusta quejarme por nada en realidad, pues soy alguien en exceso afortunado en un mundo a veces tan desgraciado, a veces tan injusto y tantas veces tan grotesco, pero en el aire de estos tiempos respiro mucha desesperanza, una desesperanza preparada a base de ira, resignación y rabia, de la que quiebra y mata, nada buena para el alma.
Entonces quizás, solo quizás, es esta mortal desesperanza la que hace que sienta terriblemente presente en mi corazón la sensación de final de temporada, pues en los buenos momentos de mi vida, que afortunadamente nunca me han abandonado, siento últimamente una especie de aquella “nostalgia anticipada”, porque en el fondo temo que momentos como esos probablemente nunca vuelvan, y entonces ser consciente de la profunda belleza de un instante, un beso, un gesto o una caricia se convierte en una envenenada y desgarradora puñalada en el alma, es agonía en medio de la dicha.
O quizás, solo quizás, es por la gente buena que, en medio de esta puta desesperanza, se ha ido y se irá.
Quizás, solo quizás… no lo sé con certeza. Lo único que sé realmente es que yo no quiero que, aquí o en cualquier lugar, se apodere la desesperanza de mí, ni de los que se quedan, ni de los que se van, porque aquí o en cualquier lugar, sé que la desesperanza envenena lentamente y al final acaba por aniquilar todo lo bueno que de un alma puede surgir.
Puede llegar a su fin una temporada, e incluso la serie en sí puede terminar para siempre también, pero nada impide que otras a su vez, temporadas o series, comiencen para tejer los hilos de una nueva trama, hermosa trama, a pesar de todos los vaivenes que tienen los capítulos de una vida.
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