"Comienza a escribir antes de que deje de llover" sugirió Adriana alegremente mientras saltaba de pronto de la cama.
Entonces Sebastian no pudo evitar sentir repulsión por aquella mujer, aún cuando recién salían del amor, pues si algo no soportaba, era la presión. Intentó pues, contestar laconicamente, pero no pudo evitar dejar escapar entre sus palabras un dejo de rabia: "¿Qué carajo tiene que ver que llueva?... (sabía que el "carajo" había sido punzante, como siempre lo es)
Adriana seguía de pie, y contemplaba la lluvia con la frente apoyada en el frío y sucio vidrio de la única ventana en aquel cuarto, como una niña que se quedó sin ir al parque en la tarde por culpa del agua, y al oir las palabras de Sebastian rió con desprecio, a la par que decía más para sí misma que para el otro: "¡Olvídalo!... No tiene en realidad importancia, y si no lo captas es porque lo nuestro sólo fue un momento, y así se quedará".
Entonces Sebastian no pudo evitar sentir repulsión por aquella mujer, aún cuando recién salían del amor, pues si algo no soportaba, era la presión. Intentó pues, contestar laconicamente, pero no pudo evitar dejar escapar entre sus palabras un dejo de rabia: "¿Qué carajo tiene que ver que llueva?... (sabía que el "carajo" había sido punzante, como siempre lo es)
Adriana seguía de pie, y contemplaba la lluvia con la frente apoyada en el frío y sucio vidrio de la única ventana en aquel cuarto, como una niña que se quedó sin ir al parque en la tarde por culpa del agua, y al oir las palabras de Sebastian rió con desprecio, a la par que decía más para sí misma que para el otro: "¡Olvídalo!... No tiene en realidad importancia, y si no lo captas es porque lo nuestro sólo fue un momento, y así se quedará".
La mejor respuesta que Sebastian pudo encontrar fue encender un cigarrillo, en medio de aquel monólogo del cielo, una verborrea de agua que no paraba desde las tres de la tarde.
"Lo que te dije sobre escribir fue sólo porque pensé que escribías realmente... Te creí ayer cuando lo dijiste en el bar" intervino Adriana una vez más sin mirar a Sebastian.
"Lo que te dije sobre escribir fue sólo porque pensé que escribías realmente... Te creí ayer cuando lo dijiste en el bar" intervino Adriana una vez más sin mirar a Sebastian.
A lo que Sebastian, recostado cómodamente en la cama, no pudo ya ocultar su desprecio y mal humor: "Obviamente nunca has escrito y no sabes nada al respecto, así que por favor mujer, no hables por hablar que me jodes la vida".
Adriana volvió a reir irónicamente y esta vez si despegó su frente de la ventana para encontrarse con la mirada compulsiva y vacía del otro, y sin prisa ni rabia contestó: "Jodida tienes tu ya la vida, porque dices que escribes, y obviamente no sientes, sólo sabes que llueve y no notas que lloro, y aún yo, ingenua, o quizás tonta, intento rescatarte, pero sólo me sirve para errar de nuevo, y saber que estoy sola".
Sebastian, abiertos los ojos como platos exclamó: "No joda loca, vete a la mierda".
Adriana, ya desde el umbral de aquel cuarto, pausadamente respondió, y esta vez las palabras no fueron para ella, sino para otro: "Tranquilo, hace tiempo que ya te mandé yo primero al carajo".
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