lunes, 23 de septiembre de 2013

"Verdad"

Es difícil hablar de la verdad, pero más difícil todavía es hablar de nuestra verdad, ¿por qué? dirán (o es posible que no lo digan, pero sí que lo piensen, o ambas cosas, o ninguna de ellas, qué sé yo, no puedo imponer aquí mi verdad de manera arbitraria), bueno, creo que es difícil imponerla por algo que me inquieta, y es la posibilidad relativa de que esa verdad propia esté inexorablemente ligada al ego propio (no necesariamente algo redundante), al "súper yo", al héroe interno que todos llevamos dentro como ser indispensable e imprescindible en la contemplación y evolución de este mundo terrenal.

Es así que he aprendido a respetar de otra manera a la verdad, porque la verdad engaña, la verdad nos engaña cuando nos seduce a través del éxito social que puede implicar tenerla, o eso creemos, porque una verdad que hincha el ego no es verdad, puede que vanidad u otra cosa, pero difícilmente verdad, porque ¿qué sentido tiene regodearse de algo que se sabe con el único objetivo de creerse uno superior? ninguno en mi opinión. Verdad es dar luz sobre un rincón de manera anónima si es posible, pero esa es mi verdad,o mejor dicho, aproximación de verdad.

Ahora bien, el ego en sí no es en ningún momento el problema, pues el ego es una instancia que se corresponde con todo ser humano. El problema es magnificarlo y coronarlo hasta el punto que raye en lo que podríamos definir como soberbia.  

Creo que uno no aporta más en un contexto o en un entorno por ser "el que más sabe" o "el que más cree saber". De  hecho, puede que incluso el aporte sea nulo. El asunto puede que esté más en "el saber ser" me atrevo a decir, y en entender que aunque la verdad no la posea nadie, es posible aproximarse a ella a través del acto sincero y desprendido. Siempre el ego se verá implicado, pues es parcialmente parte de nuestra consciencia, eso es una realidad psicoanalítica, pero hay saberlo, el ego se va con nuestra vida. En cambio, una verdad que ilumina hace que germinen semillas.

Todo esto es parte de la verdad de alguien, así que no se lo tomen tan en serio.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Invisible

En todo lugar y en todo momento está el presente, por muy concurrido o solitario que estos se encuentren.

Fue así como obsesionada con los lugares y su carácter temporal nació aquella extraña costumbre de acudir a ellos a las dos de la mañana, llevada por las ganas de encontrar lo "no común" en sitios a todas luces "ordinarios". Dos de la mañana, esa era la hora, porque resulta que vivimos tiempos donde según ella, nuestra heroína: "la medianoche es muy temprano, e igual lo son las tres de la mañana, pues a esa hora hay gente que hace ejercicio y pasea a sus perros más despiertos que ellos". Entonces las dos de la mañana resultaba ser ese punto del tiempo idóneo que buscaba para no ser parte ni de lunes ni de martes, ni de los trasnochados ni de los madrugadores, y era así que se sentía bien, siendo invisible en su ingenua percepción de las cosas.

Nadie puede sacarle la idea de que a las dos de la mañana se ven calles y pasillos más desnudos y crudos, habitados por rostros más sinceros y sufridos. Todo ello sabiendo que de vez en cuando zumban por ahí, a las dos de la mañana, palabras que dejan todo al descubierto, como una gran verdad, absoluta y preciosa, en medio del frío de la madrugada, palabras que le hacen entender por un instante de qué va la vida.

Por eso sigue yendo por ahí, apartando sus "dos de la mañana" para tan peculiar placer que no comparte con nadie excepto consigo misma. Aunque todo tiene su excepción, pues lo poco que cuento es el resultado de las coincidencias de espacio en nuestras "dos de la mañana". O no sé, quizá lo haya soñado todo.