domingo, 18 de octubre de 2015

Final de temporada

A pesar de todo, la vida es bella.
Goethe


Últimamente tengo en mi cabeza la sensación de un final de temporada, sí, como los de las series de TV, y no es que me crea yo la gran vaina, un actor de primera disfrazado de algún moderno protagonista, no, simplemente siento que a mi alrededor muchas cosas llegan a su final, a una etapa de “volver a comenzar”, y dentro de mí se manifiesta constantemente un sentimiento de “nostalgia anticipada”, pues hay cosas que no se han terminado aún y ya las percibo en mi alma con cierta añoranza.

Ahora bien, ¿no ha sido acaso la vida siempre así? es decir, se vive, pero a la vez se añoran muchas cosas en el presente, que es siempre: la infancia, los abuelos, los amigos, los sabores de la infancia, el olor de los abuelos, las voces de los amigos y tantas cosas que fueron hermosas sin que lo supiéramos en el momento, inconscientes en aquellos instantes de la gran belleza ante nosotros.

La verdad es que no lo sé, sinceramente no lo sé. No sé si la vida siempre ha sido así, es difícil dar una respuesta del todo certera al respecto, pero intuyo algo, adivino una oscura trampa en el presente, un detalle que probablemente es el detalle que inspira el sentimiento de final de temporada: la desesperanza.

No me quejo, no me gusta quejarme por nada en realidad, pues soy alguien en exceso afortunado en un mundo a veces tan desgraciado, a veces tan injusto y tantas veces tan grotesco, pero en el aire de estos tiempos respiro mucha desesperanza, una desesperanza preparada a base de ira, resignación y rabia, de la que quiebra y mata, nada buena para el alma.

Entonces quizás, solo quizás, es esta mortal desesperanza la que hace que sienta terriblemente presente en mi corazón la sensación de final de temporada, pues en los buenos momentos de mi vida, que afortunadamente nunca me han abandonado, siento últimamente una especie de aquella “nostalgia anticipada”, porque en el fondo temo que momentos como esos probablemente nunca vuelvan, y entonces ser consciente de la profunda belleza de un instante, un beso, un gesto o una caricia se convierte en una envenenada y desgarradora puñalada en el alma, es agonía en medio de la dicha. 

O quizás, solo quizás, es por la gente buena que, en medio de esta puta desesperanza, se ha ido y se irá.

Quizás, solo quizás… no lo sé con certeza. Lo único que sé realmente es que yo no quiero que, aquí o en cualquier lugar, se apodere la desesperanza de mí, ni de los que se quedan, ni de los que se van, porque aquí o en cualquier lugar, sé que la desesperanza envenena lentamente y al final acaba por aniquilar todo lo bueno que de un alma puede surgir.

Puede llegar a su fin una temporada, e incluso la serie en sí puede terminar para siempre también, pero nada impide que otras a su vez, temporadas o series, comiencen para tejer los hilos de una nueva trama, hermosa trama, a pesar de todos los vaivenes que tienen los capítulos de una vida.




domingo, 4 de octubre de 2015

Carne y refresco

¿Cuál es la mejor manera de llamar a un mesonero en un restaurante que solo ofrece "carne y refresco" en su menú?

"Carne y refresco" es la suculenta oferta que se presenta ante los ojos del conductor o pasajero poco antes de llegar al "Fundo La Maizena", atendido por sus propios dueños, un poco después de pasar el oscuro Km 88, en "El Dorado". Ah, también venden cerveza.

"Pápa", se atrevió primero Panchi, precedido de un leve silvido.

"Compi", propuso un poco fastidiado y hambriento el recién levantado Chu.

"Jefe", exclamó con aplomo y seguro de sus palabras César.

Jessica y Manuel no lo intentaron ni opinaron sobre el tema, creo que no les interesaba.

En medio de esta curiosa discusión llega al fundo un hombre de unos 48 años de edad, alto, robusto, algo regordete quizás, maracucho...

"¡Buenas tardes!", saluda el hombre activa y amablemente con su peculiar acento marabino.

"Buenas tardes", respondimos algunos al saludo del recién llegado.

Acto seguido, el hombre vociferó con una autoridad incuestionable: "Hermano, un fresco por acá por favor".

Ninguno de nosotros dijo nada, pero todos entendimos cuál era la manera de pedir algo para tomar en un lugar que ofrece en su menú "carne y refresco".

Acto seguido, César imitó al detalle el discurso y los gestos del maracucho, y efectivamente la fórmula resultó exitosa, pues el dueño del fundo (lo asumo porque tenía una franela blanca con la fotografía de una vaca marrón en el centro y la leyenda "Fundo La Maizena") hizo caso a nuestro llamado (el de César en realidad) y al llegar ante nuestra mesa expuso la oferta de carnes y refrescos disponibles en el menú: "El kilo de carne está en 2800 bolívares" fue todo lo que dijo en un principio, pero luego de un breve consenso entre nosotros y de que finalmente nos decidiéramos a pedir 2 kilos añadió: "déjame ver, no sé si llego a los 2 kilos". Ante este escenario César, observando que otros comensales disfrutaban además de la carne de un plato que venía con yuca y ensalada (yuca al vapor y ensalada de repollo, como la de los perros calientes), preguntó al mesonero/dueño por un plato de estos (no, dos mejor, dijo). "OK", dijo el mesonero/dueño mientras anotaba. César, no muy convencido intentó reafirmar el pedido: "Compa, con bastante yuca ya que no hay mucha carne", a lo que el mesonero/dueño respondió "No sé, déjame ver, porque no sé si me queda mucha yuca", acompañando estas palabras con un gesto de calma de la mano que no escribía. Ante esto César se dio por vencido, pero al menos lo había intentado, aunque al final no hubiera suficiente carne o suficiente yuca. Por otro lado, el refresco sí estaba plenamente garantizado, eso sí, solo Pepsi o Frescolita. Dos Pepsis fue la orden (no, primero mejor trae una y luego la otra, acotó Panchi antes de que el mesonero/dueño se alejara de nuestra mesa).

La comida no tardó en llegar, y todo fue una ilusión, una táctica del mesonero/dueño, pues no faltó aquella tarde ni carne ni yuca, además de la ensalada que sí estaba previamente garantizada. Quedamos todos satisfechos. Vale acotar que Manuel, haciendo honor al eslogan del lugar, solo comió "carne y refresco" durante aquel almuerzo. Buen almuerzo aquel.

Luego seguimos nuestro camino.