martes, 6 de enero de 2015

La pelota

Desahogo, eso suele ser a veces escribir, un poco para escapar de la agobiante realidad y otro poco para saborear un universo solitario más placentero, y el resto puede ser cualquier cosa, depende de quien escriba, y todos tienen derecho a escribir, cualquier cosa, los versos más sublimes o los puntos suspensivos más largos que la literatura universal haya conocido.

Yo conozco gente que escribe a veces simplemente por escribir, gente como yo, y por ello ante todo no me siento con derecho a juzgar, pero me causa la duda porque me he dado cuenta que no es más que dar vueltas en un espacio esperando a que una idea caiga para correr tras ella y desarrollarla. Ahora bien, alguna vez he visto a una de estas ideas caer y he salido corriendo tras ella para atraparla y adueñarme de ella, pero justo al hacerlo me doy cuenta de que solo recuerdo escribir por escribir, y la idea es estéril en mis manos.

Entonces, ¿qué tan bueno es escribir por escribir?

Sinceramente no lo sé, pero sé que seguiré escribiendo, aunque sea por escribir cualquier cosa, dando vueltas en un parque imaginario esperando que alguna idea caiga, como la pelota que alguna vez arrojó Dylan Thomas jugando en el parque y que aún no ha tocado el suelo, y entonces saldré corriendo otra vez como un niño desesperado y feliz, aún y cuando no sepa qué haré exactamente con la pelota en mis manos.

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